Sunday, July 17, 2011

Right wing pol takes aim at reunification of Cuban families

By Albor Ruiz 

Sunday New York Daily News, July 17, 2011 at 9:11am

"He won't getaway with it," said Isabel Alfonso, a Cuban-born literature professor, composer and singer who lives in Jackson Heights, Queens. "Who does he think he is?"

Alfonso's rage was directed at Rep. Mario Díaz Balart, a right-wing Cuban-American Republican. Last month, he attached an amendment - approved by the House Appropriations Committee - to the Financial Services Appropriations bill aiming to rescind President Obama's 2009 changes to Cuban-American family travel and remittances rules.

If the bill passes, Cuban-Americans would be pushed back to George W. Bush's dark ages, when they were allowed to visit their families in Cuba once every three years with no humanitarian exceptions. The definition of family would be limited, and the amount of money they could send to the island would be capped.

"This is Tía Isabel," said Alfonso pointing to a photo of a sweet-looking lady sitting on a rocking chair in her Havana living room. Alfonso, who teaches at St. Joseph's College on Long Island, has taken six trips to see her elderly aunt since 1995 - the year she moved to the U.S.

"Last time was in June. I would've gone more often, but Bush's absurd restrictions made it impossible." And she added: "No Cuban-American politician is going to stop me from seeing her."

Fortunately, it is unlikely that Díaz Balart, who would like nothing more than to make it illegal for Alfonso to visit her aunt, will get his wish. Even if the bill, as it stands, passes a House vote and gets through the Senate, the White House has vowed to veto it.

Last Wednesday, the Obama administration made it clear it will not allow Díaz Balart and his ilk to roll over their Cuba policy.

"This section would undo the President's efforts to increase contact between divided Cuban families, undermine the enhancement of the Cuban people's economic independence and support for private sector activity in Cuba that come from increased remittances from family members, and therefore isolate the Cuban people and make them more dependent on Cuban authorities," the White House said.

It appears Díaz Balart, who has made a career of supporting every measure to punish the Cuban people on both sides of the Florida Strait, has grossly miscalculated. Last year almost 400,000 Cuban-Americans visited their native country, many of them Díaz-Balart's constituents.

Whatever their feelings might be about the Havana government, they want to travel to Cuba to embrace loved ones and make their lives easier. They are certain not to appreciate their representative's efforts to criminalize family visits and remittances.

To answer Alfonso's question: it's easy to know who Díaz Balart really is.
Although he sells himself in Miami as Cuban to win votes, the Fort Lauderdale-born son of Cuban parents has never set foot on the island.

Díaz Balart doesn't have relatives in Cuba, which makes it easy for him to erect himself as some sort of deity - a very minor one for sure - that pretends to redefine the Cuban family by leaving aunts, uncles and cousins out, and to decide who can travel to their native country and when.

For whatever obscure reasons, Díaz Balart - who, unlike Cubans on the island, lives a very comfortable life - keeps doing his best to make sure the hardships of the Cuban people he says he wants to help are not alleviated by any means.

"The time has come for Cuban Americans to vote Díaz Balart, Sen. Bob Menéndez [D-N.J.], [Rep.] Ros-Lehtinen [R-Fla.] and others like them out of office," Alfonso said. "How much longer are we going to keep rewarding those who profit from our pain?"

Or as we say in New York, it's high time to throw the bums out.
aruiz@nydailynews.com"

Monday, July 11, 2011

Actores para una nueva serie cubana. ¿Por quién votamos?

Lincoln Diaz-Balart; Ileana Ros-Lehtinen y Mario Diaz-Balart

Julio 11, 2011

A partir de la toma de posesión de Obama en enero del 2009, se propiciaron en Estados Unidos importantes cambios en cuanto a las regulaciones de viajes de cubano-americanos y americanos a la isla.

Las eliminación de restricciones pueden resumirse esquemáticamente en tres aspectos fundamentales:

-Autorización de  viajes ilimitados de cubano-americanos y envío ilimitado de remesas.
-Autorización de viajes de norteamericanos  de “persona a persona” (“people to people”), lo cual permite a los estadounidenses viajar con una licencia específica.
-Autorización de los viajes académicos, los cuales pueden realizarse bajo una licencia general, y no necesariamente una específica, tal como se requería bajo la presidencia de Bush, donde sólo se permitían programas académicos de largo plazo.

Marco Rubio, Bob Menéndez, Mario Díaz-Balart e Ileana Ros-Lehtinen contra el derecho de libertad de movimiento del exilio cubano-americano

Senador Marco Rubio
En febrero del 2010 los senadores Marco Rubio y Bob Menéndez, ambos de ascendencia cubana, se pronunciaron en contra de estas medidas, al tratar de imponer una enmienda que limitara la expansión de vuelos directos desde aeropuertos que no fueran los de Miami, Los Ángeles y New York. (La Cámara de Comercio  de Tampa urgió por el retiro de la enmienda, pero Rubio amenazó con darle seguimiento a esta legislación.) A contrapelo de perspectivas como la de Arturo Valenzuela, para quienes los contactos de norteamericanos y cubanos empoderan la autonomía de los cubanos en la isla con respecto al estado, Rubio y Menéndez abogan por una política de aislamiento para con ambos grupos.

El 22 de junio del corriente año, el representante por el distrito 21 Mario Diaz-Balart impulsó una enmienda a la Ley de Presupuesto discutida en el subcomité de Servicios Financieros del Comité de Apropiaciones, abogando por la restauración de las medidas impuestas por el presidente George W. Bush, de acuerdo con las cuales las visitas de cubanos a sus familiares deben ser limitadas a 1 cada 3 años, y sólo por 14 días. Como Bush, Diaz-Balart propone también restringir el concepto de familia, así como el espectro de viajes posibles. La moción incluye igualmente la reducción de las remesas a $ 1,200 anuales.

(Como aclaración importante, debemos decir que la enmienda fue aprobada dentro del Comité, pero para tener alcance legislativo debe ser aprobada en el pleno de la Cámara, en el Senado, y por el Presidente. Según los analistas, las posibilidades de que esto suceda son limitadas).

Una semana más tarde, el 28 de junio pasado, la representante Ileana Ros-Lehtinen solicita a la Secretaria de Estado Hillary Clinton que se eliminen los viajes académicos y culturales a la isla.  Jaime Suchlicki, director del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS), donde recientemente se auspició un homenaje al terrorista Orlando Bosch, respaldó la carta de Ros-Lehtinen.

Libertad de viaje

Existen múltiples restricciones y trabas por parte del gobierno cubano que complican innecesariamente la situación de movilidad de los cubanos. Muchas de éstas se deben a la inercia, la burocracia y a obsoletos mecanismos de control que se han convertido en mutaciones disfuncionales. Junto al cuerpo de radicales reformas (económicas, políticas) que deben ocurrir en la isla, se encuentran las de tipo migratorio. Una de las más inminentes es la eliminación de trabas como la de la tarjeta blanca o permiso de salida.  No se justifican, por ejemplo, las políticas de impedirles a una parte de balseros regresar a la isla, así como a profesionales de la salud que deciden desertar desde misiones en otros países.

Pero resulta verdaderamente ilógico que las mismas prácticas restrictivas sean promovidas por los “hardliners”–como ha llamado el opositor Oscar Espinosa Chepe a la dupla Diaz-Balart / Ros-Lehtinen-, dentro de una sociedad que se considera modelo de la democracia.  ¿O es que nuestros senadores y congresistas no se han enterado de que en el país en que intentan imponer leyes y enmiendas, la restricción de movimiento es una violación a los derechos ciudadanos?

“Lógica” del absurdo

Muchos norteamericanos, consternados por este absurdo, han pedido curiosos una explicación. “¿Es que salieron ustedes de la isla para que les limiten el movimiento fuera de ella?”  “¿Somos acaso masoquistas para abogar por una sempiterna restricción de nuestra movilidad?”
No creo que así lo sea. Si no, ¿cómo explicar la masiva visita de más de 300 mil cubano-americanos a Cuba en el 2010, después de la relajación de las restricciones?
Es hora de llamar las cosas por su nombre. No es el exilio en masa quien promueve la perpetuación de un morboso odio entre cubanos. Son los políticos y empresarios inescrupulosos (muchos de ellos vergonzosamente de origen cubano) a quienes poco importa el destino de nuestros familiares en la isla ni de nuestra nación.

PACs: La línea dura de los comités de acción política cubano-americanos 

Es sabido que en Estados Unidos las leyes  se mueven a partir de los dineros de influencia que los Comités de Acción Política, (Political Action Committees o PACs -por sus siglas en inglés), hacen llegar a Washington. Los requisitos básicos son: no donar más de $ 5000 anuales (sólo residentes y ciudadanos norteamericanos); las donaciones que excedan los $ 50 deben ser acompañadas por el nombre y dirección del donante; las donaciones por más de $ 200 deben especificar también la ocupación del donante y nombre del empleador -en caso de tenerlo-.

Entre los PACs cubano-americanos que han condicionado la política de Estados Unidos hacia Cuba –léase, por ejemplo, en cuanto la regulación de viajes–, han estado el Free Cuba PAC, conectado con la FNCA (Fundación Nacional Cubano-Americana); el CLC PAC (Cuban Liberty Committee), fundado a raíz de la división dentro de la FNCA; y el US Cuba Democracy PAC (USCD-PAC).

Los dineros que estos PACs envían a políticos como Ros-Lehtinen, Diaz-Balart, Menéndez, Rubio, Rivera, Debbie Wasserman-Shultz et al., condicionan y motivan las tomas de decisiones de éstos a la hora de proponer enmiendas o cambios legislativos en sus respectivos radios de acción.

Por ejemplo, gracias a estos dineros Lincoln Diaz-Balart, desde su función de representante del distrito 21 de la Florida, bajo la administración de Bill Clinton, hizo posible la codificación del embargo en ley en 1996, adjuntando una enmienda que veta la capacidad del propio presidente de anularlo. Expresó el congresista durante una cena con el Cuban Democracy PAC en el 2010: “Por primera vez en la historia de Estados Unidos, una comunidad, utilizando su poder político, le quitó de las manos al Presidente de Estados Unidos la política exterior sobre un país.” ¿De qué comunidad habla Diaz-Balart si ya un año antes de sus pronunciamientos, el 64 %  de los cubano-americanos estaban a favor de la relajación de las restricciones del embargo?

Fue este político uno de los que contribuyó al avance de una agenda de limitación de viajes la cual, llevada a la práctica por George W. Bush, restringió el concepto de familia al excluir a tíos y primos de nuestra parentela.

En el 2003, Diaz-Balart pidió al Departamento del Tesoro que se hiciera una investigación sobre los viajes religiosos. ”Lo que hemos pedido es que se haga cumplir la ley y se elimine el subterfugio de los supuestos viajes religiosos cuyo real propósito es el turismo”, aseveró a El Nuevo Herald. Al respecto, añadió Ros-Lehtinen: “No hay que inventar nada en este asunto, porque la ley es bien clara. Si la gente recibe cartas en los próximos días informándoles de sanciones y multas, no deben sorprenderse.”
Ileana Ros-Lehtinen (centro)
Los récords de Diaz-Balart y Ros-Lehtinen no muestran en este sentido un ápice de compasión hacia sus compatriotas en la isla ni en Estados Unidos, pero sí dan fe  de cuantiosos ingresos por parte de sus patrocinadores ($1. 668,779 Ros-Lehtinen [http://www.campaignmoney.com/political/campaigns/ileana_roslehtinen.asp?cycle=10 ]; $ 349. 103 Díaz-Balart

Friday, July 8, 2011

Disonancia intelectual y exilio incómodo

(Respuesta a réplica de José Revilla-Lobo  http://www.octaviodilewis.com/2009/11/exilio-incomodo.html)

I. Disonancia cognitiva e incomodidad

En la década de los cincuenta el psicólogo norteamericano Leon Festinger acuñó el término ‘cognitive dissonance’ (disonancia cognitiva), para referirse a un comportamiento recurrente en el género humano: la pérdida de balance emocional producida por el conflicto entre dos pensamientos opuestos. El desbalance, al colocar la mente en un lugar de tensión que genera angustia, suele ser contrarrestado con la negociación de actitudes. Un ejemplo de resolución a una disonancia cognitiva es el síndrome de Estocolmo, a través del cual una persona secuestrada toma cariño a su raptor, como forma justificar el malestar creado por la abducción.

La psicología social ha sacado provecho de esta teoría. Se ha demostrado, por ejemplo, cómo las identidades sociales se definen en torno a procesos de eliminación de disonancia. Ir en contra de las normas de un grupo determinado puede causar discrepancias incómodas, las cuales suelen ser remplazadas por comportamientos acomodaticios que tienden a disminuir las tensiones.

Miami es un caso peculiar donde existe un controversial y omnipresente Otro (Cuba, la Revolución, Fidel Castro) a partir del cual se redefinen las opciones de estabilidad. En este contexto, ciertas posiciones que no tendrían que estar en permanente oposición, izquierda democrática y derecha democrática, por ejemplo, lo están, debido a que el sector extremista del exilio ha seleccionado para la colectividad un excluyente repertorio de alternativas. Es difícil detectar cuándo estas opciones se vuelven mandatos inconscientes.

El artículo de José Revilla-Albo (http://www.octaviodilewis.com/2009/11/exilio-incomodo.html) en respuesta al mío, “Un exilio cómodo” (http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/un-exilio-comodo-235815), puede entenderse mejor si se ubica dentro de estas dinámicas. Su respuesta es eco de mandatos normativos que buscan eludir las disonancias. La distorsión es el común denominador de sus argumentos.  

II. La distorsión como antídoto al malestar

Macartismo

"Spy. Vs. Spy". Animado de Antonio Prohías que se convertiría en un clásico.




La existencia de posiciones favorables al diálogo, los intercambios culturales, y de crítica, tanto como de balance de la revolución cubana, todavía crea en Miami fuertes disonancias. Revilla establece, como preámbulo a sus ataques, que éstas son “tendencias disfrazadas de reconciliación nacional,”  insertando esta noción de máscara que, a estas alturas, nos remite más a una mala versión de “Spy vs. Spy” que a una crítica seria.

Con ese macartismo, quizás inconsciente, intenta negar legitimidad a mis ideas. Según Revilla, yo debo ser o “sembrada por el gobierno cubano”, (espía) o “inocente”,  o alguien cuyo objetivo es el “futuro acogimiento (…) del gobierno cubano.” Dentro de su marco referencial, si no pertenezco a ninguna de estas (distorsionadas) categorías, no existo como sujeto. ¿Qué hace falta para que entienda que opciones diferentes a las que señala, existen fundamentadas en un pensamiento legítimo que nada tiene que ver con semejantes difamaciones?

Las omisiones del discurso providencial miamense

Un lugar común en las crónicas que narran la conquista de América fue presentar este continente como espacio providencial donde se continuaría el proyecto católico, sacudido por las reformas luteranas del siglo XVI. Las crónicas están recorridas por una visión triunfalista de continuidad en la que se omiten partes no tan halagadoras. El silencio ante ciertos eventos es una forma de reducir disonancias. La predilección de Revilla por omitir importantes datos nos recuerda estos discursos providenciales.  

Revilla se refiere a los exiliados como ‘factor decisivo’, ‘como inyección de progreso’ dada a la ciudad por estos ‘hombres de negocio’ o ‘universitarios’ que en poco hicieron de Miami una urbe cosmopolita. Parece como si el malestar generado por la pérdida de un espacio físico (la isla), se alivia a través de la reivindicación de otro (Miami como nuevo islote de desarrollo) que existe gracias a la intervención providencial del exilio cubano en la península floridana.

La visión de una ciudad articulada a raíz del empuje de uno de sus grupos de mayor índice demográfico (los cubanos) no carece de visos de certeza, pero exhibe importantes sesgos. Se omite allí la mención a la política del gobierno norteamericano hacia los emigrantes cubanos, usufructuarios de los más generosos paquetes de beneficios en la historia del INS. Se omite también que nuestros compatriotas recibirían ayudas federales con mayor facilidad que ningún otro grupo. El “Cuban Refugee Program”, establecido en 1960 y en vigencia hasta 1994, patrocinó la operación Peter Pan, el entrenamiento laboral de los recién llegados y ayudas para su ubicación. El programa recibió fondos federales que se dirigieron a la creación de agencias de ayuda a los nuevos inmigrantes. Se aseguraba la solidificación de la comunidad cubana como enclave de estabilidad, pero también se solidificaba el capital político de la nación anfitriona, pues los refugiados cubanos servían a sus propósitos de guerra fría.

Estas dos narrativas (la de los cubanos que al huir del comunismo llegan providencialmente al éxito, y la del país “pródigo” que usaba los nuevos eventos como forma de descrédito a ese sistema político), son claves para explicar los innegables logros del exilio cubano. No mencionarlas es pronunciar una verdad a medias.

Eventos raciales, silencio y distorsión

Admitir que la discriminación racial se amplificó en Miami producto de la convergencia de estas narrativas es incómodo. Es sin embargo, un primer paso necesario para empezar a tomar conciencia de los problemas de racismo que aún, en el 2009, afectan a esta ciudad.

No es difícil imaginarnos la desventaja racial en la que emergió la comunidad afroamericana en Miami. De 1968 hasta 1980 los americanos blancos recibieron 46.6 % de los dineros federales otorgados a través de las oficinas de Small Business Administration; los hispanos 46.9 %, y los afroamericanos solamente un 6 % (Sawyer). Este es sólo un ejemplo que ilustra cómo los afroamericanos en Miami quedaron relegados a una posición desfavorable con respecto a los de otros estados, puesto que no sólo los blancos, sino otro grupo migratorio de mayoría cubana, es favorecido  por las sucesivas administraciones.
Protestas racistas durante los 60s
Protestas por la muerte a golpes del motorista afro-americano Arthur McDuffie, en los 80s.

A elementos como éste hay que sumar el del desprecio racial que trajo buena parte del exilio cubano. El racismo es un fenómeno ubicuo que no ha sido tampoco erradicado en su totalidad en la Cuba post-revolucionaria. Pero el hecho de que aún exista, tanto allá como acá, (en desiguales dosis) no quiere decir que fue inventado por la revolución. Dentro de ella se hicieron, al menos durante los primeros años, fuertes campañas orientadas a su aniquilación.

El exilio de derecha en Miami, en cambio, dada su indiferencia ante las tensiones raciales, no sólo desaprovechó la oportunidad de participar en la lucha por los derechos civiles en los sesenta (por más discriminados que fueran los cubanos blancos, llevaban algo de ventaja racial a los afroamericanos), sino que dio muestras de su airado narcisismo racial, cuando por ejemplo, aún en 1990, ejerció presión para negarle recibimiento oficial a Nelson Mandela, símbolo de las luchas por los derechos raciales en el mundo, debido a sus comentarios de agradecimiento a Fidel Castro, quien lo apoyó cuando estaba en prisión. Mientras tanto, el exilio cubano derechista apoyaba a Jesse Helms, el mayor defensor en el congreso estadounidense del régimen del apartheid. Hoy, Hialeah ofrece la llave de la ciudad a Posada Carriles.

El arribo de la comunidad haitiana a Miami también aporta disonancias. A pesar de características afines, en cuanto a tratarse de refugiados provenientes de una isla del Caribe escapando a condiciones políticas totalitarias, los haitianos no recibieron las ayudas federales beneficiarias a los cubanos. Es en 1980 que se crea el CHTF (Cuban-Haitian Task Force) para apoyar a los inmigrantes haitianos. Las oleadas migratorias habían comenzado desde mucho antes, a partir de la llegada de Papa Doc al poder en 1957. Los haitianos no poseían, sin embargo, el mismo peso en cuanto a capital político. Después de todo, Duvalier no era un dictador comunista. La inconsistencia de la administración de Bill Clinton con respecto a la masiva emigración haitiana posterior al golpe de 1991, corrobora las desventajas de este grupo con respecto a los cubanos. La omisión de estos detalles genera falsas complacencias y distorsión.

Terrorismo

La violencia contra sus disidentes es un elemento constitutivo de la historia de nuestro exilio. Intelectuales, periodistas, comentadores de radio, o simples ciudadanos que han mantenido posiciones alternativas de disonancia han sido víctimas de actos terroristas. Artistas cubanos de paso por la ciudad se han convertido en blanco del terror. En 1995 el público asistente al concierto de Gonzalo Rubalcaba en el Guzman Center fue víctima de apedreamientos. Un cóctel molotov fue arrojado al Centro Vasco como protesta por la actuación de Rosita Fornés en 1996. Esos acontecimientos marcaron mi llegada a un Miami que sí pasó por mí, al contrario de lo que Revilla piensa, mientras vive en una ciudad sin ver lo que en ella pasa.  ¿O es que es mas cómodo no enterarse?

La timidez con que se trata el terrorismo en Miami es preocupante. En mis juicios sobre la comodidad intelectual, indica su artículo, subestimo el valor de ciertos funcionarios universitarios. ¿No subestima él, dentro de su providencial narrativa, el irreparable daño histórico de Luis Posada Carriles, Orlando Bosch entre otros terroristas y macartistas, que ha costado vidas, trabajos, piernas, capital y relaciones sociales a un grupo considerable de personas? ¿Es que acaso el miedo a coincidir en este respecto, con la posición  de condena ostentada por el gobierno cubano justifica este juego de omisiones? ¿Es por temor a ser asociado a ese Otro que escoge el silencio? ¿Es esta exclusión un mandato inconsciente que busca amortiguar la disonancia? Revilla puede decididamente resolver estas dudas con un llamado en Miami a aplicar sin contemplaciones las leyes norteamericanas contra el terrorismo a Luis Posada Carriles.

Como ciudadana cubano-americana, me interpelan los eventos del lugar donde habito. Si dentro de esta comunidad el terrorismo es justificado,  que no le cause duda a Revilla: la urgencia del tema desplazará en mi artículo, pedidos de tolerancia hacia el gobierno cubano. Es a nosotros, los que vivimos “en democracia” a quienes corresponde explicar esos silencios.

La “mal llamada revolución” y el embargo como carta de cambio

Es comprensible que sea difícil, para quien vive en Miami, detectar los procesos a través de los cuales se entra a formar parte del estatus quo. No hay que ir como invitado a ninguno de esos programas televisivos o radiales que atentan contra los parámetros básicos de  salud mental (Oscar Haza, María Elvira Salazar, Ninoska Pérez) para ser parte de los “habitus” de esa ciudad. Vivir en un lugar donde apenas existen espacios de reflexión alternativa nos hace vulnerables a estrategias que, oponiéndose al sentido común, buscan la erradicación de disonancias. Se termina por amar a los secuestradores, aceptando como libertad de expresión y mercado de ideas algo que es un falso remedo de lo que existe en otras partes de EE.UU., donde el tema de Cuba se discute con la razón como guía.

El compatriota Revilla, quien dice haber vivido en la Cuba actual, niega validez a lo que denomina “mal llamada revolución.” La revolución, más allá de su estancamiento o impasse actual y de la necesidad de renovación por la que a todas luces clama, es un hecho irrecusable. Lo es no sólo por su eventualidad histórica (la cual, por cierto, contó con un masivo apoyo popular), o por la creación de una serie de infraestructuras beneficiaras a esa mayoría, en el campo de la educación, la salud, los deportes, la cultura, los servicios. Lo es también por la contundencia con que revitalizó los mecanismos de autolegitimación de la memoria colectiva cubana, y a pesar del autoanálisis a que debe someterse esa memoria. Tales cambios tienen un alcance real en el imaginario nacional, y definen la identidad cubana contemporánea. Invisibilizarlos sería no entender nuestara historia.
 
En Miami se requiere de un empecinado espíritu crítico para detectar el deslizamiento de ciertos mantras cognitivos que, falsamente, nos hacen ceder a las trampas de la mente. Revilla comienza por plantear que no apoya el bloqueo (“desde que vivía en Cuba”) y que ha sido un instrumento manipulado por Castro para perpetuarse en el poder. Casi a renglón seguido, dice que “hoy en día” debe ser usado como “carta de negociación.” Tratemos de seguir esta gimnasia mental. Primero, según Revilla, eliminar el embargo contribuye a derrocar a Fidel. ¿Por qué entonces seguir legitimándolo? Segundo, ¿de qué forma, en este párrafo, el embargo pasa a ser, de “via crucis del pueblo cubano”, en la primera línea, a “excelente arma de disuasión”, en la última? ¿Qué cambió para que ganara agencia de negociación y excelencia? No hay otra explicación que la entrada de Revilla a los habitus a los que dice no pertenecer. En Cuba se oponía al embargo y ahora lo favorece. Al parecer, repite los mantras de un exilio puritano con el que “hoy en día”, quizá sin darse cuenta, no quiere establecer disonancias.

III. Concierto y profecías

Un caso de estudio de disonancia cognitiva explicado por Festinger en When Prophecy Fails, se refiere a un culto religioso que afirmaba que un día específico el mundo llegaría a su fin. El esperado día llegó, con sol brillante y cielo despejado. ¿Cuál fue la respuesta de los miembros? Algunos abandonaron la secta, pero otros arguyeron que se habían pasado la noche rezando y que la fe del grupo había salvado al mundo. Atenuaron así la disonancia producida por no haberse producido el profetizado final.

El concierto del cantautor colombiano Juanes en la Habana me ha recordado el anterior caso. Antes del mismo, muchos de los socializados por el discurso exiliado de derecha cuestionaban el nombre del evento. Incluso aceptando el derecho de Juanes a cantar donde quisiera, lo llamaban tonto útil, y consideraban el evento como presa fácil de manipular por el gobierno cubano. Unos minutos después de que el concierto empezara, viendo la plaza llena de pueblo, algunos secuestrados por la profecía empezaron a cuestionar el culto. La mente humana tiene, después de todo, enrevesadas formas de justificar los momentos en que la lógica falla.

Concierto de Juanes en la Plaza de la Revolución, Cuba.
Las cinco horas de música en la plaza, para pesar de algunos, marcaron  un hito en la historia del exilio cubano. El concierto desmontó incómodos binomios de la memoria colectiva miamense y generó otros útiles. La emocionante transmisión en vivo provocó reacciones no previstas, haciendo que muchos pasaran de la indiferencia al apoyo, contagiados por la alegría de los cubanos en la plaza. En las protestas del Versailles, los anti-Juanes fueron duplicados en números por los pro-Juanes (alrededor de 400 estos últimos, de acuerdo con Carlos Miller, NBC), superando con creces los valores de la encuesta del Cuban Study Group, que establecía, antes de los sucesos, que el 47% estaba contra, el 27% a favor y que el 26% era  indiferente.

¿Qué nuevos malabares mentales estará ahora proyectando Revilla alrededor de tales imprevistos? ¿Le conducirán estas disonancias a un reconocimiento honesto de lo erróneo de su condena al evento? ¿Cómo justificará su discurso en esta nueva era post-concierto? En su artículo, previo a los acontecimientos, sugiere que a lo que se opone es al nombre de “Paz sin fronteras.” Sus argumentos demuestran que no es sólo la denominación, sino el concierto en sí, lo que condenó. “No se me ha ocurrido martillar discos a pesar de condenar el concierto de Juanes, pero mi condena nace por el nombre”, expresa, agregando que “este no es más que un concierto para alimentar un ego, un deseo reprimido (…), alguna agenda encubierta, o una razón desconocida.” Espero que se dé cuenta de que, el que su condena haya estado motivada por el nombre, no lo exime de su responsabilidad por la misma.  Pero sobre todo espero que, como buen compatriota, se haya dejado contagiar por la intoxicante alegría que causó ver, en vivo, a un millón de cubanos bailando en la plaza.

En su contestación a mi artículo, Revilla distorsionó el contexto en que usé el adjetivo ‘cómodo.’ No me refería allí al exilio en su generalidad, sino a los intelectuales cuya mente busca el descanso de la comodidad. Aprovecho para convertir su distorsión en exhortación útil a la incomodidad. El reconocimiento y la honesta aceptación de zonas de discrepancia pueden prepararnos para concebir opciones que hasta ahora han sido excluidas de nuestras narrativas nacionales, tanto en Cuba como en el exilio. Aprender a vivir en ese malestar, en esas zonas limítrofes de tensión, puede que sea un primer paso para empezar a ensayarlas.

Referencias

When Prophcy Fails. A Social and Psychological Study of a Modern Group That Predicted the Destruction of the World.  Leon Festinger. Haper Torchbooks, 1956.

Attitudes, Behaviors and Social Context. The Role of Norms and Group Membership. Deborah Terry and Michael Hogg.  Lawrence Erlbaun, 1999.

Encyclopedia of Diasporas. Immigrant and Refugee Cultures Around the World. Melvin Ember, Carol R. Ember and Iann Skoggard. Springer, 2007.

Racial Politics in Post-Revolutionary Cuba. Mark Q. Sawyer. Cambridge University Press, 2006.

“Cuban Vs. Cubans. Community Clashes Over Juanes Concert.” Carlos Miller.  http://www.nbcmiami.com/news/local-beat/Cuban-Vs-Cuban-A-Community-Div
ided-59977657.html
Publicado originalmente (con el pseudónimo de Chabela Alvarez) en: www.kaosenlared.net/noticia/disonancia-intelectual-exilio-incomodo

Thursday, July 7, 2011

Libertad académica vs. exilio “vertical"

 

Nueva York | 08/02/2011

La reciente Carta Abierta de protesta por la presentación de Miguel Barnet en el Bildner Center de City University of New York (CUNY), hoy martes 8 de febrero, da fe de que el exilio radical puede apelar a métodos más moderados. Es un documento que, a pesar de sus trasnochadas demandas, demuestra que el ala recalcitrante de la derecha cubana puede darse aires democráticos. Contrasta con las provocaciones y la grosería de la que algunos de sus suscriptores hicieron gala durante el concierto de Silvio Rodríguez en el Carnegie Hall, cuando gritaron obscenidades contra el cantautor e insultaron por igual a adultos y niños asistentes al concierto, llamándolos “cómplices de la dictadura.”

Es mejor sin dudas que manden cartas a que rompan discos o griten insultos. Sin embargo la misiva, que tuvo pronta acogida por Diario de Cuba (el cual ignoró la de los académicos en protesta por el homenaje a Orlando Bosch, auspiciado por la Universidad de Miami, y que contó con firmas como la de Noam Chosmky y otros prestigiosos intelectuales), exhibe, por otra parte, los atolladeros de la plataforma del ya minoritario exilio “vertical”.

La carta de marras exhibe un preocupante desconocimiento de los principios de libertad académica, tal como fueron establecidos desde hace más de medio siglo por la Association of American Colleges (“1940 Statement of Principles on Academic Freedom and Tenure”), cuyas bases son “la libre búsqueda y exposición de la verdad, y no los intereses particulares de un individuo o institución”. (http://www.aaup.org/AAUP/pubsres/policydocs/contents/1940statement.htm)

Desestiman también la ley de “Academic Freedom and Educational Responsibility” de la AACU (2006) sobre la diversidad intelectual, el pensamiento crítico y la formación de juicios a partir de la evaluación de puntos de vista opuestos. El documento explica que es objetivo de la academia desmontar visiones en blanco y negro y promover una tercera alternativa, lo cual sólo se logra exponiendo a los educandos a la revisión cuidadosa de asunciones, argumentos y evidencias, provenientes de diferentes visiones del mundo. (http://www.aacu.org/about/statements/academic_freedom.cfm)

Son estos los principios que calzan el incuestionable prestigio de CUNY, institución que hoy da acogida a Miguel Barnet. También los de la Universidad de Harvard, donde fue presentado el mes pasado en la conferencia “Black in Latin America”, por el prestigioso académico Henry Louis Gates Jr.

Digna de encomio es la labor de Mauricio Font, director del Bildner, quien es también el coordinador de conferencias y seminarios sobre Cuba auspiciados por dicho instituto, los cuales se han caracterizado por abordar áreas escabrosas de la realidad cubana como la economía, la política, la cultura, sociedad civil, transición, raza, género, y la blogosfera dentro y fuera de la Isla, entre otros, desde un espíritu pluralista. Una nueva edición de una de estas conferencias tendrá lugar del 31 de marzo al 2 de abril de este año (http://www.cubasymposium.org/).

El Bildner y el Graduate Center de CUNY cuentan con una variada lista de habituales. Paquito de Rivera, acérrimo crítico del Gobierno cubano, ha sido más de una vez su invitado de honor. En mayo pasado ofreció allí el concierto titulado “Concerts and Conversations: Paquito de Rivera.” Fue también el Graduate Center, contra quien hoy se dirigen estos detractores, la institución que concedió el título honorario de “Doctor en Artes Musicales” al legendario saxofonista, el pasado 2 de junio. ¿De qué se quejan entonces los “verticales”, si el “Programa Cuba”, dirigido por Font, nunca ha homenajeado a figuras de izquierda o de centro, como el propio Barnet, Nancy Morejón, o a talentos como Silvio Rodríguez, quien llenó por cuatro noches el Carnegie Hall de Nueva York? ¿De dónde habrá salido la lógica absurda de pedir que en el ambiente académico o de la literatura y el arte se establezcan cuotas ideológicas?

A pesar de esta tradición de pluralidad inclusiva de CUNY, las Brigadas de Respuesta Rápida del exilio “vertical” en New York han movilizado ya a sus acólitos, quienes abogan por la libertad de expresión en Cuba, pero pretenden poner cotos a la que ejercen el Graduate Center y el Bildner. José Manuel Prieto, reconocido profesor de la Universidad Seaton Hall (New Jersey) y autor de textos como Livadia (1998), El Tartamudo y la rusa (2002), y Enciclopedia de una vida en Rusia (2003), es blanco también de los ataques, por ser el moderador de la presentación de Barnet. Prieto es el prologuista de La vida real: A True Story of a Cuban in New York, texto que motiva la presencia de Barnet en los predios de CUNY.

Si los detractores de Barnet tomaron como punto de partida la carta de protesta de los académicos a Donna Shalala, por el homenaje rendido en la Universidad de Miami a Orlando Bosch (http://todoscontraelterrorismo.blogspot.com/), lo entendieron todo al revés. No fue la presencia de Bosch en dicha institución lo que generó la protesta. Es “rendir honores a un terrorista, presentándolo como modelo para una comunidad, (lo que) atenta contra los principios básicos de la academia.” Bosch hubiera podido incluso ser invitado por cualquier departamento de esa institución, de acuerdo con los principios de libertad académica. Invitado, no homenajeado.

Barnet no ha sido convicto por terrorismo por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Tampoco llega, como implica la carta, en representación del Gobierno cubano. Viene como autor de un libro, que quizás formará parte de los currículos de los departamentos de español, tal como ha sido el caso de su Biografía de un cimarrón, convertido ya en un clásico dentro de la academia norteamericana.

Entre los suscriptores del documento se encuentra Enrique del Risco, profesor adjunto de New York University. Por surrealista que parezca, ya se tiene como lugar común que Vigilia Mambisa rompa discos a martillazos o con una aplanadora alquilada, en las calles de Miami. Pero desconcierta que el profesor de una universidad norteamericana, camuflado tras un presunto lenguaje académico, exhiba un desconocimiento total de los parámetros que rigen la institución a la que pertenece.

El exilio cubano de derecha tiene derecho a expresar su oposición al intercambio académico. Sin embargo, es hora de que entiendan que el ambiente hostil a la libertad de expresión de puntos de vista diferentes a los suyos, creado como lógica excepcional en Miami, no es exportable al resto de Estados Unidos. Incluso allí, gracias a la resistencia de muchos jóvenes nacidos aquí o llegados desde Cuba, y a los miles de exiliados decentes y verdaderamente democráticos, la intolerancia política está perdiendo terreno.

No es ni en Nueva York ni contra los que consideran intelectuales non gratos, llámense Miguel Barnet o José Manuel Prieto, que los radicales deberían ejercer su “verticalidad”. Si su posición es la del machete frente al diálogo, es en Cuba donde deberían desplegarla, en lugar de querer cerrar filas contra la academia, parapetados tras la engañosa diplomacia de sus cartas. Los anticomunistas no democráticos y sus nuevos aliados, la derecha ex comunista (que quiere reproducir en este país los mismos estándares totalitarios de exclusión con los que operaron en la Isla cuando eran partidarios del Gobierno) deberían ubicarse en que en Estados Unidos, especialmente en sus universidades, no es admisible la discriminación de ningún punto de vista.

Publicado originalmente en: http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/libertad-academica-vs-exilio-vertical-255341