Réplica al artículo ¿Gusta Café?, de Haroldo Dilla Alfonso, publicado en CUBAENCUENTRO
El 16 y 17 de abril, la organización comunitaria C.A.F.E. (Cuban
Americans for Engagement) visitó el Departamento de Estado, la Sección
de Intereses de Cuba y el Capitolio en Washington, para expresar su
apoyo a la flexibilización de viajes e intercambios académicos y
culturales aprobados por el presidente Barack Obama. A la vez, la
delegación de C.A.F.E., en representación de más de un centenar de
miembros, clarificó que la comunidad cubano-americana está integrada por
una pluralidad de voces cuyos puntos de vista con respecto a temas como
el embargo y los viajes, discrepan de las posiciones defendidas por los
senadores y congresistas cubano-americanos Marco Rubio, David Rivera,
Albio Sires, Ileana Ros-Lehtinen, Bob Menéndez y Mario Diaz-Balart.
El
apoyo expresado a C.A.F.E a través de correos electrónicos y llamadas
telefónicas ha sido abrumador. Tanto desde la Florida como desde otros
estados de la nación, cubano-americanos y norteamericanos agradecen
nuestra gestión en la capital. Muchos de estos últimos preguntan si
pueden ser parte del grupo. El reto está en organizar y canalizar
políticamente voces hasta ahora ignoradas por aquellos que en el Senado y
el Congreso, dicen representar, al referirse a la comunidad
cubano-americana como un todo, sin tener, en realidad,
jurisdiccionalidad para ello.
Existen comunidades
cubano-americanas por toda la unión americana. Según el sistema de este
país, los ciudadanos eligen a sus congresistas y senadores por sus
respectivos distritos y estados. Es hora de organizar ese caudal que
mayoritariamente discrepa de las políticas de aislamiento y reducción de
intercambios con Cuba. Republicanos, demócratas, independientes y de
otras afiliaciones políticas, los integrantes de C.A.F.E. han llamado a
los cubanos residentes en EEUU a nacionalizarse y votar.
Hasta el
momento los representantes de origen cubano-americano en el Congreso han
decidido ser voz de una minoría cada vez más en declive. Estos grupos
que tienen, ciertamente, su derecho a opinar, lo han hecho, sin embargo,
creando un ambiente negativo a la expresión de la pluralidad política
cubano-americana. Son las voces intimidadoras, macartistas y carentes de
civilidad, que piden a gritos castigos para Ozzie Guillén, Juanes y
Olga Tañón; que condenan la visita del Papa a Cuba, y que a la vez ven a
Posada Carriles y a Orlando Bosch como héroes del exilio. C.A.F.E. y
muchos otros miembros de la comunidad cubano-americana hemos sentido la
necesidad de tomar distancia de ellos, ya que para vergüenza nuestra,
congresistas como David Rivera se hacen eco de estas minorías.
No
se trata de un enfrentamiento generacional. Como demuestra el informe
“Dangerous Dialogue” de Human Rights Watch sobre la libertad de
expresión en la comunidad cubano-americana, cubanos de todas las olas
migratorias han sido víctimas de agresiones de los grupos que han hecho
de la intransigencia y la violencia una profesión de fe. En este
sentido, es de alabar cómo muchos de quienes hasta ahora habían adoptado
posiciones en contra de la reconciliación, deciden dar al diálogo una
oportunidad. Es notable, por ejemplo, la reciente presentación del
empresario Carlos Saladrigas, fundador del Cuba Study Group, en el
Centro Félix Varela en La Habana.
Sorprendente es también el viaje
de Alfonso Fanjul a la Isla, en una reciente comisión de la Brookings
Institution, cuyo objetivo fue “verificar” el proceso de reformas que
toman lugar. (Las contribuciones de los Fanjul en Washington han sido un
pivote importante en la perpetuación del embargo. Los hermanos,
propietarios de Florida Crystal Sugar, encabezan ya desde hace muchos
años el emporio del azúcar en Estados Unidos, lo cual les ha valido
calificativos como el de “sugar barons.” En la Florida, organizaciones
ambientalistas acusan a los Fanjul de la devastación causada al
ecosistema de los Everglades por el uso indiscriminado de fertilizantes.
Sus compañías en la Florida y la República Dominicana han sido
denunciadas reiteradamente por violaciones de los derechos de los
trabajadores).
TV Martí y Haroldo Dilla: un periodismo selectivo
En
un reciente reportaje de TV Martí, Ana Carbonell, asistente del ex
congresista Lincoln Diaz-Balart, expresó que C.A.F.E. propone una
negociación con Cuba sin tener en cuenta la necesidad de reformas
políticas en la Isla. En CUBAENCUENTRO, Haroldo Dilla, ex investigador
del Comité Central del PCC, ha denunciado la política y la ética de
C.A.F.E. al “confundir nuestros derechos ciudadanos con la rebaja de
aranceles o con la posibilidad de un empresario de invertir en la
economía cubana”. Va aún más lejos al acusar a los miembros del grupo de
trabajar para Cubadebate, sitio del departamento ideológico del Comité Central del PCC, al cual él sí perteneció. (Si Cubadebate
quiere publicar algo que alguno de nosotros escriba, se agradecería,
pues representaría un signo de apertura de su parte. Lo cierto es que
nuestros artículos en Cubadebate solo están en la mente de
Dilla, quien quizás se confunde con el tiempo en que escribía para las
publicaciones del PCC. Invito a Dilla a que presente alguna prueba de
sus acusaciones).
Como carecen de alternativas viables, tanto la
derecha tradicional representada por TV Martí como el resentimiento ex
comunista de Haroldo Dilla coinciden en la insistencia en posiciones que
no han obtenido ningún avance en más de cincuenta años de hostilidad.
La definición de locura —según Albert Einstein— es hacer lo mismo una y
otra vez esperando resultados diferentes. ¿Cuándo lo entenderán?
Como
expresión de una nueva manera de abordar los dilemas políticos de Cuba y
la política de EEUU hacia la Isla, C.A.F.E. da la bienvenida a
críticas. Ninguno de sus miembros —que son muchos más que los nueve que
pudimos viajar a Washington, pagando todos nuestros gastos—, asume que
conoce la mejor manera de dialogar con los gobiernos de Cuba y EEUU. La
solución de los conflictos entre ambos países y entre los cubanos no es
cuestión de un acto sino de procesos en los que es necesaria una
metodología de reconciliación a través de la humildad de todas las
partes involucradas. Un debate de ideas reclama un mínimo de civilidad.
Sólo quien carece de propuestas acude a infamias como la de llamarnos
“comensales predilectos de la oficina de intereses de Cuba en
Washington”, o a acusaciones sobre promover inversiones de
cubano-americanos en pequeñas y medianas empresas “para oprimir más al
pueblo”, como festinadamente afirman Dilla y Carbonell respectivamente.
Los
integrantes de C.A.F.E. no se han pronunciado jamás en contra de los
derechos ciudadanos de ningún cubano. En el tema de los derechos de
viaje, C.A.F.E. aboga porque se respeten los derechos de viaje tanto de
cubanos como de norteamericanos, de la forma consagrada en la
Declaración Universal de Derechos Humanos, y porque no se prohíban ni
salidas ni entradas; ni aquí ni allá. En relación al sistema político
prevaleciente en la Isla, varios integrantes reiteraron en las reuniones
del 16 y 17 de abril que una política de intercambio y diálogo es la
mejor manera de favorecer cambios económicos y políticos en Cuba.
Asimismo, el grupo presentó demandas concretas al Gobierno de la Isla,
al cual criticamos por aquellas prácticas que consideramos
discriminatorias y dañinas al desarrollo de Cuba y la reconciliación
nacional. Dicho esto, asumimos que el camino es el diálogo civilizado,
facilitando un ambiente de paz y acercamiento, ajeno a propósitos
subversivos, en el que los cambios sean menos traumáticos.
Las
cuatro medidas propuestas al Gobierno cubano no son un plan máximo, sino
decisiones mínimas que son pertinentes incluso en las condiciones
opresivas del embargo norteamericano. No nos ocultamos para reconocer
junto al Gobierno cubano y la inmensa mayoría de la comunidad
internacional que la política norteamericana de sanciones y acoso contra
Cuba es “ilegal, inmoral y contraproducente”. Peor, también es
antinorteamericana al sacrificar los valores e intereses norteamericanos
a una minoría más interesada en la reclamación de propiedades y el
poder, que en una transición democrática. Nuestra preferencia por la
gradualidad y la pequeña y mediana propiedad se basa en que es en esos
espacios de clase media, en los trabajadores —y no en los grandes
capitales como los de Fanjul (a quien ni TV Martí ni el neo-izquierdista
Dilla cuestionan por su diálogo con Cuba)—, donde el desarrollo y la
democracia toman asiento.
Más que proclamar principios o puntos
retóricos, nos interesa contribuir a una diferencia tanto en la política
migratoria como en las posibilidades de participación de los
cubano-americanos en los cambios que tienen lugar en la Isla. Ojalá
Haroldo Dilla tenga razón y el Gobierno cubano planifique cambios más
profundos que los que sugerimos. Nuestras propuestas nunca han sido un
plan máximo, sino apenas una sugerencia mínima, de lo que aún en
condiciones difíciles como el embargo norteamericano, Cuba debe hacer.
Lo peor sería que ante posiciones maximalistas como las de Dilla,
sigamos en la parálisis de principios, sin mapa ni ruta ni consciencia
de los factores de poder.
Es lamentable cómo Radio y TV Martí
ignoran o tratan unilateralmente temas que generan opiniones diversas
dentro de la comunidad cubano-americana, tales como la conferencia del
Cardenal Ortega en Harvard, la prohibición de viajar a Cuba o la
reciente acción terrorista contra una agencia de vuelos fletados a Cuba
en Miami. Los impuestos de los contribuyentes estadounidenses son usados
así para subsidiar ataques macartistas contra la reputación de
ciudadanos norteamericanos, ofreciendo todas las facilidades a los
opuestos al diálogo sin consideración alguna para aquellos que lo
defienden. Es hora de que esta emisora, pagada con nuestros impuestos,
trate en condiciones de igualdad todos los puntos de vista dentro de la
comunidad cubana: los radicales de cualquier signo y los moderados; los
que apoyan la política de aislamiento y los que la rechazan.
Todas
las manipulaciones e insultos justifican aún más la razón de ser de
C.A.F.E. La mejor contribución de la comunidad cubano-americana a la
democracia en Cuba es ser un espacio político modelo, donde todas las
opiniones son respetadas y toleradas como está consagrado en la primera
enmienda de la Constitución de EEUU.
Según la encuesta de 2011 de
la Universidad Internacional de la Florida, limitada a cubano-americanos
del condado Miami Dade, 57 % de los mismos favorecen el fin de la
prohibición de viajar, el 60 % se opone a toda restricción de los viajes
familiares, mientras el 57 % apoya el restablecimiento de relaciones
diplomáticas con Cuba. Uno de los objetivos principales de C.A.F.E. es
hacer visible la poca representatividad de este grupo mayoritario de
cubano-americanos. Quien se considere parte de esta nueva conversación,
que no dude en confirmar invitación a nuestra mesa de diálogo, enviando
un correo a contacto@cafeporcuba.com. Nosotros ponemos el CAFÉ.
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